Tater Vera: el maestro ceramista que lleva la esencia andina al mundo
Reconocimiento internacional y galardón nacional para el artesano cusqueño.
En la histórica ciudad de Cusco, Perú, la cerámica ha sido durante siglos un medio fundamental para expresar la rica herencia cultural de la región. Esta fusión entre la tradición incaica y las influencias coloniales ha encontrado en Tater Vera uno de sus mayores exponentes. Con 60 años recién cumplidos, Tater ha dedicado su vida a perfeccionar este arte, logrando reconocimiento internacional y destacándose como uno de los principales representantes de la cerámica cusqueña.
Tater Vera proviene de una familia profundamente ligada al arte. Su abuelo era un reconocido pintor, escritor y músico, mientras que su madre abrió la primera tienda de antigüedades en Cusco, impulsada por su pasión por el arte popular. Estas influencias marcaron su camino desde una temprana edad, desarrollando un estilo autodidacta que luego perfeccionó en la Escuela de Bellas Artes. Este paso le permitió adquirir nuevas técnicas y desarrollar un lenguaje propio en su obra.
En 1992, Vera incursionó en la cerámica vidriada, una técnica que desarrolló inicialmente en Puno, pero que perfeccionó en Cusco debido a la falta de algunos materiales en su viaje. Así, con la ayuda de otros ceramistas, comenzó a trabajar la cerámica de alto fuego. Su obra se distingue por su iconografía andina, representando la flora, fauna y la naturaleza peruana en piezas que requieren múltiples procesos, incluyendo el uso de pigmentos, óxidos y hasta oro para crear colores únicos. De cada colección, solo se producen 10 piezas, lo que subraya el compromiso de Tater con la calidad y la creatividad.
Este año, su trayectoria ha sido nuevamente reconocida al recibir el Premio Nacional Amautas de la Artesanía Peruana 2024, otorgado por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur). Este galardón destaca su contribución a la preservación de las técnicas artesanales tradicionales del Perú. “Mi obra es el resultado de años de trabajo, de mejorar materiales y acabados en una técnica ancestral”, expresa el artista.
Recientemente, Tater inauguró su propia galería en Cusco, un proyecto que considera su legado para futuras generaciones. "Siempre he querido tener un museo, no solo para mostrar mis obras, sino también para enseñar y fomentar una visión empresarial en los jóvenes que deseen seguir este camino artístico", comenta.
Con sus piezas, Tater Vera no solo mantiene viva la tradición cerámica cusqueña, sino que también la lleva más allá de las fronteras, fusionando historia y modernidad en cada creación.
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