
Rana arlequín reaparece tras 41 años sin ser vista
Estudiantes de Santander buscan salvar al anfibio crítico de extinción

Un descubrimiento extraordinario reavivó la esperanza para la biodiversidad colombiana. Después de más de cuatro décadas sin registros, estudiantes de biología de la Universidad Industrial de Santander (UIS) avistaron este año un ejemplar de la rana arlequín del “Monito” (Atelopus sp.) en la Serranía de los Yariguíes, Santander. Este anfibio, endémico y críticamente amenazado, se creía extinto debido a diversos factores ambientales y enfermedades infecciosas.
El hallazgo se dio tras múltiples expediciones realizadas por expertos en herpetología de la UIS. Este pequeño anfibio, de llamativos colores y hábitos diurnos, fue visto por última vez en 1982, en el corregimiento de Virolín, municipio de Charalá. Su reaparición supone la existencia de una pequeña población sobreviviente en una región afectada por la contaminación y la destrucción de bosques, producto de la expansión agrícola y la presencia de especies invasoras.
La rana arlequín del “Monito” ha enfrentado una drástica disminución debido a un hongo infeccioso que afecta la piel de los anfibios. Además, su hábitat natural se ha transformado en potreros y cultivos, como los de aguacate, dejando sus ecosistemas vulnerables al deterioro. Aunque vive cerca de cuerpos de agua, estas áreas no cuentan con protección legal, lo que aumenta el riesgo para su supervivencia.
Para responder a este desafío, estudiantes y profesionales del Grupo de Estudios en Anfibios y Reptiles de Santander (GEARS) y la Escuela de Biología de la UIS lanzaron el Proyecto Atelopus “Monito”. La iniciativa tiene como propósito principal proteger los hábitats de esta especie mediante la adquisición de terrenos para establecer reservas naturales y el empoderamiento de las comunidades locales en su administración.
El equipo detrás de este esfuerzo está compuesto por Santiago Castillo Archila, Jefferson Mantilla Guzmán, Fabián Sierra Galvis, Diego Lobo Suárez, Nathalia Pardo Zárate, Juan Remolina Ayala, Elson Meneses Pelayo y Brayan Salazar Pelayo. Este grupo lidera acciones para promover la conservación no solo de la rana arlequín, sino de toda la biodiversidad asociada a su entorno.
El proyecto busca también educar a la población sobre la importancia de esta especie, cuyo nombre homenajea al naturalista Jorge Ignacio Hernández Camacho, un pionero en el estudio de la fauna colombiana. La comunidad local, clave en este esfuerzo, será capacitada para implementar prácticas sostenibles que beneficien tanto a la naturaleza como a su economía.
El redescubrimiento de la rana arlequín no solo representa un triunfo científico, sino también un llamado a proteger los frágiles ecosistemas colombianos. Mientras la pequeña rana lucha por sobrevivir, el trabajo conjunto entre expertos, estudiantes y habitantes promete escribir un nuevo capítulo para la conservación en Santander.
Esta historia de resistencia y acción ambiental deja una enseñanza crucial: la biodiversidad puede tener segundas oportunidades, pero depende de nosotros asegurar que sean duraderas.